Tuesday, March 29, 2011

Soñó que alguien se la llevaba lejos para mostrarle los dedos de sus pies. Cuando miró para abajo encontró tirados unos anteojos de su abuelo que estaban rotos y mojados. Intentó juntar las piezas, secarlos, pero nada se podía hacer. Los anteojos seguirían rotos y el agua mientras tanto le subía hasta las rodillas. Afuera cavaban un pozo, para enterrar árboles y algunas plantas. Ella soñó que una corriente de agua la arrastraba para atrás. En ese momento supo dos cosas: que estaría embarazada al poco tiempo y que quizá pudiera hallar al dueño de los anteojos en alguna otra vida o en una vida después de la vida. Estas dos certezas estaban íntimamente unidas, eran una. La luz (no el agua) la golpeó en los ojos y despertó con los pies helados. Vio el pasado y su vientre. No estaba embarazada.
http://www.youtube.com/watch?v=JI-o25K6B-E

Sunday, July 04, 2010

Él escribe, siendo niño, ficciones sobre la flor, la hechicera y la caja de música. Sus ficciones no dañan a nadie, tocan algún que otro corazón y sobre todo, el suyo mismo. Es una narración de crecimiento, pues al final, se rescata. Otras ficciones se desenvuelven a diario, frente a nosotros –en el mejor de los casos- y sobre todo a nuestras espaldas: lo legal, lo jurídico, los deberes y obligaciones, las luchas sociales, los prejuicios que no vemos y que nos atan. Existe una concepción del tiempo por la cual todos nos sometemos a una medición constante, a una idea de meta que en el lenguaje astrológico sería Saturno, pues ¿cómo se mide el tiempo sino en pos de ir hacia hacia algo que siempre resulta estar adelante?. El reverso no sería tiempo y Saturno, co regente de Acuario es, ante todo, futuro. Bajo su precepto se debe hacer todo en tiempo y forma, escuchen mejor: en tiempo y forma (otra ficción legal).
Ojalá salga la Ley de Matrimonio, sería una verdadera fiesta. Ayer me preguntaron ¿Pero por qué, te querés casar? De quien vino fue una puñalada. Cómo podemos, nosotros mismos, lease bien nosotros mismos, a esta altura estar tan en Babia. Babia: dicese del lugar en donde uno no entiende nada. Si, ahora soy yo la que está acida ¿Y? Hace mucho que no escribo de esta manera, pero debe ser el encierro.
Mejor sigo leyendo: “Sé que quisieras venir pero yo no te puedo llevar porque pesas mucho ya por tantas hojas, y me dificultarías el escape. Voy a hacer una cosa para que no te entristezcas. Adiós y hasta siempre, querido Diario.
En la habitación solo quedaron un libro y una flor. Y una flor y un dulce sonido”.

Thursday, July 01, 2010

Serie 3

sueño Neptuno Luna en Piscis Casa 8 insconsciente profundidad novedad respuesta Guardianes vida muerte vida muerte sueño pulsiones despertar o morir al sueño despertar serpientes cruzadas simbolo intriga consciencia inconsciencia dolor coxis reencarnación tatuaje mistica poder amor amor hoy

Saturday, June 26, 2010

Serie II

Llamado inesperado abandono tatuaje amistad Escorpio sensación ilusión diálogo frontera coxis dolor amistad mano fuerte lluvia barro Lacan padre abandono ley afiche amiga esponja apretar sed risa contagiosa aguja siempre masculino serpiente femenina identificación mañana después ahora tiempo luz vida pulsión fé ascenso hoy

Wednesday, June 16, 2010

Serie I

cansancio sueño deseo amistad fútbol música un diálogo palabras mi poesía la teoría soledad epifanía universo recuerdos astrología recuerdos Triguerinho Foucoault revolución micropolíticas lesbianas Virginia Wolf una calle muchas calles necesidad supervivencia amor escucha llorar separacion sarcasmo ironía juego vaivén hoy

Monday, June 14, 2010

II


... Si es que el verbo “ganar” puede aplicarse a la conquista, tanto de los países como de las mujeres y si es que por alguna de esas cuestiones del destino, yo me siento, de alguna manera, una vencedora. Vencedora, sí, porque lo que cuesta, luego se valora mucho más que lo sencillo. Entonces, ella era la figurita difícil y no me faltó confianza para decirme a mi misma: la primera carta, la primera mano, tiene que ser buena porque, ¿en cuantas ocasiones se cuenta con una suerte de principiante? Pero en realidad estoy trampeando los hechos y pido disculpas si se me escapan los detalles que hacen al encuadre de mis experiencias: mi suerte de principiante había sido burlada, pues la primera mujer que quise, cuyo nombre empieza con C, y cuyos apodos son infinitos, se me escurrió de las manos como el agua que baja por una catarata. La real primera, entonces, se me había ido sin ni siquiera poder expresarle un sentimiento profundo. Esta, que técnicamente fue la segunda, no se me iba a ir de la misma forma, pues si algo había aprendido de la experiencia frustrada es que quien juega rápido tiene la mitad a favor, solo por una cuestión de fé. Terminó siendo, ella (a quien llamaremos desde ahora F.) el primer beso, la primera novia, y la madre de mi único gato (al cual pienso de tanto en tanto y a lo lejos).

- Yo hago la primera.
- Bueno, dale, te la dejo a vos, jugate todo.
- Ahora me la juego, y digo basta para todos ¿eh? A ver si se bancan esta que viene acá.
- (1 de bastos)


No es que no tuviera miedo a lo que iba a venir. De hecho el miedo fue más fuerte que yo misma, el miedo me somatizaba , el miedo hablaba por mi, el miedo me obligaba a hacer algo, a decir algo, a intentar algo, a jugar fuete, a tomar el riesgo. Todo o nada.


Era invierno. Íbamos a jugar esa noche un truco de cuatro. Pero eramos cinco, había una que sobraba. Justamente esa era mi oculta rival. Esa, era mi competidora, la amante de F. Su presencia me era molesta, era un obstáculo, que no superé sin trampa.

- (Yo te miro y sé que vos me mirás. Aun así me hago la distraida, la tonta, y me sale bien. Soy perfecta en buscarte la mirada cuando no me mirás y en quitarla cuando te das vuelta. Me encantan las mujeres de ojos negros que usan botas. Yo soy rubia y no uso botas. Me gusta lo diferente. Pero no lo tan diferente. Porque las dos somos mujeres. Entonces en algo nos parecemos. También en que a las dos nos gusta jugar.)
- Juguemos.
- (Veo como tu mano se extiende por debajo de la mesa para hacerme trampa y no me interesa. Tomo el desafío).
- Truco.

A mi rival la mandé a comprar caramelos al kiosko, fue una apuesta fuerte. Pero aun faltaba la peor parte. F. y yo nos quedamos solas. Antes de que nuestras otras tres compañeras llegaran, antes de que mi rival notara el engaño. Tuve que arriesgar. Ahí empezó la verdadera partida. Otros juegos me habían sido familiares aun desde la infancia. Este, el más intenso, el más deseado, el postergado por años y años, empezaba ahora.

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Monday, May 24, 2010

Otros juegos

Ya no era la pelota el objeto de deseo, ni la mujer histérica, ni el ovillo de lana enredado en las patas, ni todo eso junto. Dejando atrás el arco y la flecha, los juegos de poder cobran formas más sutiles. El impulso es el mismo: ganar o perder. Dando rienda suelta a su fiel instinto de timbera, ahora se jugaba la vida a 30 puntos dibujados con birome azul sobre papeles amarillos –y siempre que podía se olvidaba de anotar un “No quiero” al rival, como si nada, inocentemente.- Sobre esta mesa sobre la que ahora escribo, ya no se jugaban las miradas superyoicas, ni las amistades ambivalentes, ni las disputas entre chicas por otras chicas. Esto era otra cosa: el poder del secreto que circula en las miradas y en el no saber sobre las tres cartas ajenas y aprisionadas en la mano, traslucidas solo en muecas obcenas, porque se sabe: sexo y poder van de la mano, van cruzados, van enfrentados, arriba y abajo. Arriba una de la otra va la carta, cuando se despliega la jugada y asoma no rápido sino lento, muy lento, como las torturas, como las conquistas.
- (Beso)
- (Guiño)
- (Arqueada de cejas)
- (Silencio)
- (Franeleada por debajo de la mesa)
Una se levanta y va a poner música. Rompe el código de miradas que corta el clima con tijera.
- Dale, apurate, vas vos.
- ¿Qué voy yo? ¿A donde?
- Acá arribita mío, vení.
- Ah bueno.
- Dale, chiquita dale.
(Y pone, una bajita, bastarda, que va como una ola al otro extremo de la mesa)
- Ahora vos.
(Y brilla sobre la mesa un Siete de Oro, resplandece sobre las otras cartas, puede más, se nota)
- Ah mirá esta cara de mosquita muerta la que se tenía guardada.
- Me das miedo compañera, sos como un agente de la CIA camuflada en jugadora de truco torta y además estás buena.
- Es que yo, a las cartas, las vuelvo locas.

Pero esto me hace acordar a otra cosa.
Hubo una vez cuando mi casa se llenaba de chicas, todas las semanas venían distintas a jugar. De distintos barrios, de distintas nacionalidades, de distinta orientación sexual. Una vez vino una colombiana que no paraba de fumar porro, otra vez vino una yankee y no se le entendía nada, cebaba mate para no hablar. Otra vez vino una que parecía un camionero pero se decía hetero y era gallega. De todas, todas las que desfilaron por mi casa, hubo una que para mi es inolvidable por muchas razones. La primera, que ella era chef –mi profesión frustrada-; la segunda, que era una histérica; la tercera, que iba a ser mi primera mujer.

- Sos una desubicada, ¿cómo vas a decir “y además estás buena”? , dale que me desconcentrás. Que estoy muy concentrada y vos empezás a hablar pavadas.
- (Pone la otra)
- Vos cantalo, dale.
- Envido.
- Envido.
- A la mierda.
- 31.
- Son buenas.
- Puta madre.
- ¿Ese gestito me hacés corazón?
- Si, este y todos los demás que vos quieras.
- La primera va de ustedes.
- (Pone una)
- (Pone la otra)
- Tru co – canta la tercera, con cara de misteriosa, de diabólica, de perversa, de MALA.



Pero otro día les cuento cómo fue que me la gané.


(continuará…)

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